Entrevista desde Champawat - Macky Chuca

agosto 03, 2017


... Después de acabado el ‘Lunó Tour’ y haber presentado ‘Sótano’ por buena parte de la geografía peninsular queríamos destripar un poquito más esas anécdotas e historietas que ocurren en el asfalto y en la larga y profunda garganta de los bares y tugurios al acabar la función; presentar los dos vídeos que realizamos para tal y saber un poquito más de eso que llaman ‘spokenword’ y en definitiva dar otro humilde empujoncito a nuestra querida y singular amiga Macky Chuca!!! ...

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¿Cuándo, dónde y por qué se te ocurrió bajar al sótano y empezar a  tejer las palabras el rock ‘n’ roll?

El primer sótano al que bajé estaba en la casa de mi infancia, que ya no existe. En la habitación de mis abuelos, disimulado entre las tablas del parquet como un corazón delator cualquiera, junto a la cama, del lado de mi abuela. No se podía bajar literalmente: era más bien una trampilla, un hueco donde esconder cosas. No sé qué escondían allí. Miré por encima del hombro de mi madre mientras miraba. Creo que había una lata de té antigua. Mi abuelo solía esconder cuatro o cinco billetes en latas de té llenas de yerba mate. Gracias a la constante devaluación en Argentina, y a la mala cabeza de mi abuelo, solíamos encontrar los cuatro o cinco billetes cuando ya habíamos pasado por tres o cuatro monedas nacionales y no servían para nada. Es curiosa la combinación de absoluto respeto por “la decencia del trabajo” (en palabras de las mujeres de la familia), esfuerzo, voluntad de ahorro, amnesia total a la hora de recuperar esos ahorros tan magros e inconsciencia con respecto al contexto económico. Pero quizás esté mezclando recuerdos. No sé qué había en 
ese sótano. Y cuando no sé algo, me lo invento.

Más adelante bajé a muchos otros sótanos, con palabras y rnr a cuestas. Tocando con mi primer banda, Mostros, que duró tanto tiempo que me malcrió y me hizo malcreer que las bandas son esas entidades benéficas y eternautas con ganas de trabajar y girar y divertirse. El tiempo me enseñó que hay muchas clases de bandas y no todas tienen ganas de bajar a los sótanos. A los sótanos de tocar, en condiciones más o menos adversas, y al sótano propio, el de la autocrítica y la búsqueda. Pero ya me cansé de buscar también. Ahora mismo sólo quiero bajar a sótanos de los de encontrarse, y dejar que la palabra y el ruido nos adormezcan. En sueños a veces reconocemos mejor las cosas.

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En orden de preferencia: un buen libro, una jornada de escritura insaciable, un show de esos que ya no existen o una noche de sexo con tu ‘alter ego’.

Pienso que no existe una fuerza vital más poderosa que el deseo, y entiendo que la ausencia de deseo es lo más parecido a morir en vida. También sé que la libido ha sido la pulsión dominante, o la pulsión que se intentaba dominar, en el caso de escritores como Simenon, a quien le dedico un relato de mi primer libro. Creo en el deseo como motor y disparador, tanto en la vida real como en la vida creativa. Todo lo demás que mencionas podría venir después de y gracias a ello.

Por cierto: esos shows todavía existen. Cada tanto uno de esos shows me sacude el flequillo y los talones. Shows bestiales que vi en el último año, de géneros varios: Jesus and Mary Chain en Razzmatazz, Young Gods y The Veils en Vilar de Mouros, Sacramentos en el Marula, Naja Naja en el Liceo Mutante, Cuchillo de Fuego en La Iguana.


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¿Cuáles son esas cosa que te encantan y parece que a nadie más les agrade?

Las pastillas dentífricas sabor a sándalo (sí, vale, es como si masticaras un sahumerio). Las alcachofas hervidas con aceite y vinagre, que para mí deberían ser declaradas Patrimonio de la Humanidad, y que compiten con las milanesas y los ravioles cualquier día (y estamos hablando de cosas muy serias). Los dos primeros discos de Duran Duran. La col hervida con vinagre. (Coles, repollos, verduras, hervores y vinagre: herencia polaca, what can I do). Acampar con mal tiempo. Conducir sin rumbo durante horas.

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Trucos para enfrentarse a la hoja o pantalla en blanco.

Ah, no, no puedes enfrentarte. La cosa en blanco se da cuenta y recula primero y contraataca después. Es como un perro, que huele tu miedo. Cuando era pequeña nos enfrentamos con mi madre a un perro fiero que, sin embargo, dudó en atacarnos, y yo exclamé, aprovechando el momento de duda, “mamá, sacate la adrenalina”, como si una pudiera sacarse el miedo como quien se quita una bufanda. Ante la pantalla/página en blanco, si una es medrosa, más vale sacarse la adrenalina, ir con cuidadito y de camulina, y tamborilear en el teclado alegremente como si supieras lo que estás haciendo. Llenar cuadernos con escritura automática (por ponerle un nombre artístico) y fichas de biblioteca con listas de cosas (por amor a las listas) como si supieras lo que estás haciendo. La mayoría de las veces no lo sabes, y no importa, está bien no saber, pero te olvidas de que nunca sabes y de que en algún momento, aquello vuelve. ¿La certeza? No, pero vuelve aquello que te hace escribir, y seguir adelante, y hacer como que sabes, y entonces ya no importa que no hayas entendido nada de tu propio proceso. Sí que sirve cada tanto recordar que está todo bien, que aquello vuelve.


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¿A qué ser, vivo o muerto, retarías a un duelo de spoken word y por qué?

No retaría a nadie. Le cocinaría manjares a ciertas personas sólo para oírlas hablar, que es algo que suelo hacer en la vida real. Alguna vez dije que le compraría una longaniza y una botella de vino a Robyn Hitchcock y me sentaría con él en una mesa y lo dejaría que me contara cosas, porque cuenta cosas estupendamente y tiene unas manos hermosas que mueve en el aire como si lo atravesara cuando habla. También le compraría una botella de su etil preferido a Patti Smith, aunque sospecho que haría falta una cierta conjunción astral para que la señora se relajara del todo como para que yo me sentara a sus pies a que me cuente un cuento. Llevo años intentando que Christopher Walken me cuente un cuento, como hace en esos vídeos contándoles cuentos a los niños mientras se caga en todo. Al tío Chris le daría lo que sea, y es un “lo que sea” muy, muy vasto, por que me leyera un cuento o la lista de la compra, o para oírlo hablar en la misma habitación. También emplearía un “lo que sea” muy amplio para que volviera mi abuela China a contarme historias de tranvías y termos con leche chocolatada, mientras yo le muestro lo bien que aprendí a hacer sus empanadas de humita.

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Una manía muy maníaca.

No leo jamás las sinopsis de las contraportadas de los libros. Antes muerta. Si quiero saber si me va a gustar, leo el primer párrafo. Si estoy especialmente magnánima ese día, leo la primera página entera. Si no me enganchas ahí, me has perdido para siempre. Autores del mundo, sé que esto os preocupa enormemente, pero mi paciencia es ínfima. No doy segundas oportunidades hasta pasado el tiempo o que alguien me jure que el libro se pone bueno en algún momento hasta la página 10. No le doy cincuenta páginas malas por misericordia a nadie. Prefiero ir a mirar cómo cuaja la gelatina.
Me pasa también con las películas. Odio que me las cuenten, aunque no me cuenten spoilers. Si estoy yendo al cine, gran acontecimiento en mi vida, no quiero saber demasiado de qué va, ni siquiera quién actúa, quiero que la sorpresa sea total. Así me pasan cosas como en la última de Nolan, que no me enteré de que actuaba mi adorado Tom Hardy hasta después de dos horas cuando se quitó el casco (llora amargamente).


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¿Qué está pasando estos últimos días en Champawat?

Ah, muchísima actividad. Estoy planeando nuevas etapas del Lunó Tour para después del verano, cerrando una minigira para un show colectivo con un pequeño grupo de poetas/performers para principios de octubre, escribiendo sobre vivir dentro de algo pequeño con madera y campanas, componiendo más canciones para el Macky O Spoken System, ensayando coros y recopilando nombres de bandas imposibles para el nuevo disco de Broke Lord que se grabará a fin de octubre, esbozando dos nuevos fanzines y escribiéndole cartas a un profesor de Latín que no querrá responderlas.

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¿Dulce, amargo o ambos?

Me gustan las verduras amargas, pero soy una golosa de campeonato. Dulce.


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¿Qué ha sido de aquella jardinera desesperada, continúas regando o has dejado que la sequía lo arrase todo?

He dejado mi jardín en manos de Gaia por razones de fuerza mayor. Un día de estos lo recuperaré, en otro punto geográfico cualesquiera, porque la magia está conmigo: tengo semillas.

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¿Cuál fue aquel libro que has o debiste haber robado?

Robé, tontamente, un ensayo de Christian Metz sobre teoría del cine, hace mil años en Buenos Aires, cuando creía que estar del otro lado de la cámara era algo que le iba a hacer bien a mi psique o a mi rutina. Digo tontamente porque, lo siento por Monsieur Metz, pero debería haber robado algo mucho más divertido y edificante, como Graham Greene o Chesterton, que son casi la misma persona.



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La anécdota que nunca se olvidará del ‘Lunó Tour’.

Para contártela debería consultar antes con mi abogado.

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Si fuera éste tú último aliento, ¿cuáles serían tus últimas palabras?

Creo que me gastaría el último aliento en llamar al gato con un silbido.


... para comprar Sótano o saber más visita www.mackychuca.nettwitter.com/mackychuca, instagram.com/mackychuca o pincha aquí para acceder a su canal de youtube; muchas gracias y rock&roll!!!